Alumnos apáticos y anestesiados, docentes con falta de pasión, prácticas áulicas que se enfocan más en las notas que en el aprendizaje; pareciera que los chicos van a la escuela a aprobar en vez de aprender; padres que presionan para que sus hijos tengan buenas notas; el uso de la tecnología como una bendición y una maldición a la vez; ausencia de espacios para la creatividad y la estigmatización del error que apaga el deseo de aprender, además de programas inflexibles, son algunos de los desafíos que se plantean al hablar de educación hoy.